¿Cómo elegir un hosting compartido, VPS o alojamiento en nube?
Todo el mundo quiere su lugar en el mundo. O, al menos, en internet. Y para eso, necesita un terreno, un solar, un hueco en algún servidor del planeta. Pero aquí el primer problema existencial de tu futura web: ¿compartido, VPS o nube? Opciones hay, como panes en una panadería. Y elegir el malo puede significar que tu sitio, en lugar de volar, se pase el día agonizando de lentitud.
Imaginate que internet es una ciudad enorme. Y que alojar tu sitio es como buscar dónde vivir. Acá te van las opciones.
El Alojamiento (Hosting) Compartido: El monoambiente
Es el conventillo digital. La pensión de internet. tu sitio en un servidor y lo compartes con cientos, a veces miles, de otros sitios. Como alquilar una habitación en un apartamento donde la cocina, el baño y la wifi son un campo de batalla. No sabes quiénes son tus vecinos, pero si a uno le da por hacer una fiesta (un pico de tráfico), todos se enteran. Se te traba la ducha, el internet se muere.
Es barato. Baratísimo. Por algo es el más común: casi la mitad viven allí. Funciona… hasta que no funciona. La desventaja es obvia: vives pendiente de los rumores ajenos. La seguridad es colectiva: si a un vecino le entran ladrones, tu puerta también puede quedar torcida. Es el punto de partida. El sótano desde donde, si te va bien, vas a querer escapar.
El VPS: El departamentito en un edificio. Con tus llaves.
VPS: Servidor Privado Virtual. Suena importante, ¿no? Es como tener tu propio departamento en un edificio. Compartes la estructura, la cañería principal, el cableado, pero adentro, mandas vos. Puedes poner cuadros, cambiar la cerradura, cerrar con diez cerrojos. Tus recursos son sólo tuyos. Nadie te los roba.
Claro, el edificio sigue siendo uno. Si explota la caldera general, adiós a todos. Y tus paredes son las que son: si de repente te haces famoso y viene una multitud a visitarte, no entran. Te quedas chico. Y requiere que sepas algo de fontanería y electricidad: tienes que administrar ese espacio, ocuparte de la seguridad. No es para principiantes que sólo quieren colgar un cuadro. Es el paso lógico después del «Alojamiento compartido»: cuando necesitas crecer, tener control.
La Nube (Cloud): Es tu urbanización privada, con generador propio.
Acá la analogía se pone difícil porque la nube no es un lugar, es un no-lugar. Es como alquilar no un departamento, sino el derecho a usar tantas habitaciones de un country gigante como necesites, cuando las necesites. No hay un solo edificio, hay una red de mansiones. Si una se cae, tus invitados son redirigidos automáticamente a otra. Escalabilidad le dicen los que saben. Flexibilidad le decimos los mortales.
Es el reino de la estabilidad. Tu sitio casi nunca se cae. Es potente, rápido, casi mágico. Pero, oh sorpresa, la magia se paga. Y caro. Sobre todo si no controlas bien el gasto y dejas las luces de todas las habitaciones encendidas todo el mes. Además, aunque el country es impresionante, vos no eliges el color de los ladrillos. Tienes menos control sobre el diseño profundo. Pagas por la comodidad y la potencia infinita.
La pulseada final: Comparar es sobrevivir.
¿Cloud es más rápido que (Shared) alojamiento compartido? Por supuesto. No es lo mismo un ómnibus (shared) que una flota de camionetas (cloud) a tu entera disposición.
¿Es más seguro? Siempre. La nube tiene seguridad por diseño. En el shared, tu seguridad depende de lo mal que la estén pasando tus vecinos.
¿Y contra el VPS? Ahí la cosa se pone interesante.
¿Cloud es más rápido que un VPS?
Generalmente, sí. Tiene más recursos en reserva. Pero un VPS bien configurado le puede dar pelea.
¿Más seguro?
Depende. Un cloud tiene guardias de seguridad en cada esquina. Un VPS te da las llaves de tu depto para que pongas los cerrojos que quieras. Si sos un paranoico experto, tu VPS puede ser una fortaleza inexpugnable. Si no sabés de cerrojos, mejor confiar en los guardias del cloud.
¿El precio?
El shared gana por goleada en lo barato. El VPS y el Cloud pueden parecerse en la factura, pero pagas por cosas distintas: en el VPS pagas por el control, por el espacio definido. En la Cloud, pagas por la posibilidad de crecer sin límite (y ojo, que ese es un arma de doble filo para el bolsillo).
El veredicto: Elegir es renunciar.
- ¿Tenés un blog chico, una pyme que arranca, poco tráfico y menos plata? Shared. Es la pensión. Entrá, acomodate, y empezá a ahorrar para mudarte.
- ¿Tu proyecto crece, necesitás control, recursos estables y tenés algo de idea técnica? VPS. Es tu depto. Tu primera propiedad. Ahora vos sos el responsable de que no se inundé.
- ¿Necesitás que tu sitio aguante lo que sea, que escale como loco, que nunca, nunca se caiga y el dinero no es el problema principal? Cloud. El country. La liga mayor. Donde se paga por la paz mental y la potencia infinita.
Al final, como casi todo, se trata de plata y de ambición. De cuánto podés gastar hoy y de cuánto pensás crecer mañana. Elegir el hosting correcto no es una cuestión técnica: es una decisión estratégica. Es definir en qué trinchera vas a pelear la batalla por la atención de internet. Que no te toque la wrong.

